Es una cirugía vaginal que busca reforzar los músculos de la parte posterior de la vagina, moldear y quitar los tejidos sobrantes, haciendo más pequeño el diámetro de la vagina.
Debido a los trabajos de parto y la falta de firmeza de los tejidos, la operación se encarga de fortalecer los músculos del periné o piso pélvico, para devolverle a la vagina su estrechez y tono naturales.
Mujeres que presentan relajación vaginal y un ensanchamiento de la vagina como consecuencia de haber tenido varios embarazos y partos. Además, la pérdida de firmeza del suelo pélvico también puede producir prolapso uterino (caída y desplazamiento de la vejiga), incontinencia urinaria, y unas relaciones sexuales de baja intensidad o menor frecuencia de los orgasmos.
Conocido también como síndrome relajación vaginal, es cuando el canal vaginal pierde su tono y elasticidad, ampliando así su diámetro y perdiendo su estructura original.
En pacientes seleccionadas y sanas (o con enfermedades crónicas pero controladas) es una cirugía que generalmente cursa sin riesgos. En mayores de 40 años se envía a valoración preoperatoria para revisar que estés en condiciones de operarte y así ofrecer mayor seguridad en tu procedimiento.
Algunas complicaciones pueden ser las comunes a cualquier cirugía (sangrado, infección, mala cicatrización) aunque es sumamente raro que se presenten.
Se recomienda reposo en casa de mínimo 24 horas para reintegrarse a la vida cotidiana. En algunos casos se puede requerir 1 día de hospitalización. Durante los primeros días se realizan cuidados post operatorios sencillos, pueden ser lavado de heridas, aplicación de crema reparadora y analgesia.
Cada mujer es diferente así que el tiempo exacto marcará la evolución de la paciente, se recomienda entre 1 mes y medio después de la intervención para las relaciones sexuales vaginales. Para el deporte puede ser variable.